1º) Transgresión
de la buena fe contractual como motivo de despido disciplinario.
Para resolver si en un caso se ha producido una falta grave de transgresión de la buena fe contractual, susceptible de ser objeto de la más grave de las sanciones laborales, el despido, y si es posible es posible aplicar judicialmente la teoría gradualista en tal caso, hemos de tener presente la doctrina jurisprudencial contenida en la sentencia del Tribunal Supremo de fecha 19 de julio de 2010 dictada en el recurso de casación para la unificación de la doctrina nº 2643/2009, que dice lo siguiente:
"1.- En el
desarrollo de la relación de trabajo son deberes laborales básicos del
trabajador los de cumplir tanto " con las obligaciones concretas de su
puesto de trabajo, de conformidad a las reglas de la buena fe y diligencia
" (art. 5.a ET), como " las órdenes e instrucciones del empresario
en el ejercicio regular de sus facultades directivas "(art. 5.c ET);
igualmente están configuradas estatutariamente como obligaciones del trabajador
la de " realizar el trabajo convenido bajo la dirección del empresario o
persona en quien éste delegue " (art. 20.1 ET), debiendo " al
empresario la diligencia y la colaboración en el trabajo que marquen las
disposiciones legales, los convenios colectivos y las órdenes o instrucciones
adoptadas por aquél en el ejercicio regular de sus facultades de dirección y,
en su defecto, por los usos y costumbres. En cualquier caso, el trabajador y el
empresario se someterán en sus prestaciones recíprocas a las exigencias de la
buena fe " (art. 20.2 ET), proclamándose el correlativo derecho del
empresario, con la exclusiva finalidad de verificar el cumplimiento de tales
deberes y obligaciones laborales, a poder " adoptar las medidas que estime
más oportunas de vigilancia y control para verificar el cumplimiento por el
trabajador de sus obligaciones y deberes laborales, guardando en su adopción y
aplicación la consideración debida a su dignidad humana ... " (art. 20.3
ET ).
2.- Igualmente la norma
estatutaria regula las facultades o "potestades" empresariales
sancionadoras por incumplimientos laborales, ateniéndose a la tipificación y
graduación legal o convencional de las correspondientes faltas y sanciones ("Los
trabajadores podrán ser sancionados por la dirección de las empresas en virtud
de incumplimientos laborales, de acuerdo con la graduación de faltas y
sanciones que se establezcan en las disposiciones legales o en el convenio
colectivo que sea aplicable " - art. 58.1 ET), la que podrá ejercitarse
exclusivamente dentro de los plazos de prescripción legalmente establecidos
("las faltas leves prescribirán a los diez días; las graves, a los veinte
días, y las muy graves, a los sesenta días a partir de la fecha en que la
empresa tuvo conocimiento de su comisión y, en todo caso, a los seis meses de
haberse cometido " -art. 60.2 ET-), ajustándose a los procedimientos legal
o convencionalmente previstos (arg. ex arts. 55.1 ET, 108.1 y 114.2 LPL) y sin
poderse imponer sanciones configuradas como ilegales ("reducción de la
duración de las vacaciones u otra minoración de los derechos al descanso del
trabajador o multa de haber " -art. 58.3 ET-), pero pudiendo imponerse la
más grave sanción de despido siempre que se base " en un incumplimiento
grave y culpable del trabajador " (art. 54.1 ET).
3.- Estas facultades
empresariales está sujetas al control judicial ("La valoración de las
faltas y las correspondientes sanciones impuestas por la dirección de la
empresa serán siempre revisables ante la jurisdicción competente" -art.
58.2 ET-) , que afecta incluso a su graduación (cuando la falta cometida no
haya sido adecuadamente calificada " el Juez podrá autorizar la imposición
de una sanción adecuada a la gravedad de la falta " - art. 115.1.c LPL),
debiendo ser instado ante los Tribunales dentro de los plazos de caducidad que
para el ejercicio de las acciones de este tipo se han fijado legalmente ("El
ejercicio de la acción contra el despido ... caducará a los veinte días
siguientes de aquel en que se hubiera producido. Los días serán hábiles y el
plazo de caducidad a todos los efectos " - art. 59.3 ET en concordancia
con art. 103.1 LPL y en iguales términos para las restantes sanciones conforme
al art. 114.1 LPL).
4.- La más grave
sanción de despido, que comporta la extinción del contrato de trabajo por
decisión del empresario, para poder ser declarada judicialmente como procedente
se exige estatutariamente que la falta imputada y acreditada como cometida
consista en " un incumplimiento grave y culpable del trabajador " (art.
54.1 ET), considerándose legalmente, entre ellos, "La indisciplina o
desobediencia en el trabajo " (art. 54.2 b ET ) y, en cuanto ahora más
directamente afecta, " La transgresión de la buena fe contractual, así
como el abuso de confianza en el desempeño del trabajo " ( art. 54.2.d ET).
Y continúa diciendo la sentencia del TS de fecha 19 de julio de 2010, recurso nº 2643/2009, lo siguiente:
"Por su parte la
Sala I el Tribunal Supremo ha interpretado el concepto de "buena fe
contractual", señalando, entre otras, en su STS/I 15-junio-2009 (RJ 2009,
3393) (recurso 2660/2004 ), que " Según ha señalado este Tribunal al
precisar el alcance del art. 1258 (STS 12 de febrero 2009 (RJ 2009, 1487) , y
las que en ella se citan), si bien es doctrina de esta Sala la de que la buena
fe, en su sentido objetivo consiste en dar al contrato cumplida efectividad en
orden a la realización del fin propuesto, por lo que deben estimarse comprendidas
en las estipulaciones contractuales aquellas obligaciones que constituyen su
lógico y necesario cumplimiento, también se ha sentado por la misma que el
carácter genérico del art. 1258 ha de armonizarse con los más específicos que
para cada contrato y en cada supuesto contiene el Código Civil y que la
posibilidad de ampliar o modificar, a su amparo, lo estrictamente convenido, ha
de admitirse con gran cautela y notoria justificación, es decir, que la
expansión de los deberes al amparo del art. 1258 debe ser lo más restringida
posible, porque no puede escindirse este artículo del contenido del 1283 ,
según el cual en los términos de un contrato no deberán entenderse comprendidos
cosas distintas ni casos diferentes de aquellos sobre los que los interesados se
propusieron contratar ", añadiendo que " La buena fe es un criterio
objetivo, constituido por una serie de pautas coherentes con el comportamiento
en las relaciones humanas y negociales, que en materia contractual no solo
funciona como un canon hermenéutico de la voluntad reflejada en el
consentimiento, sino también como una fuente de integración del contenido
normativo del contrato, que actúa por vía dispositiva, a falta de pacto y
abstracción hecha de la intención o de la voluntad de las partes, de tal forma
que estas consecuencias que complementan el contrato hayan su fundamento
vinculante no solo en el mismo, en sus indicaciones explicitas o implícitas,
sino en la norma o principio general de la buena fe ".
2) Los presupuestos del
incumplimiento grave y culpable del trabajador fundado en la transgresión de la
buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el desempeño del
trabajo, como motivo de despido disciplinario.
En interpretación y
aplicación del art. 54.1 y 2.b) ET, sobre la determinación de los presupuestos
del "incumplimiento grave y culpable del trabajador" fundado en la
"transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza
en el desempeño del trabajo", como motivo de despido disciplinario, cabe manifestar:
A) El principio general
de la buena fe forma parte esencial del contrato de trabajo, no solo como un
canon hermenéutico de la voluntad de la voluntad de las partes reflejada en el
consentimiento, sino también como una fuente de integración del contenido normativo
del contrato, y, además, constituye un principio que condiciona y limita el
ejercicio de los derechos subjetivos de las partes para que no se efectúe de
una manera ilícita o abusiva con lesión o riesgo para los intereses de la otra
parte, sino ajustándose a las reglas de lealtad, probidad y mutua confianza,
convirtiéndose, finalmente, este principio general de buena fe en un criterio
de valoración de conductas al que ha de ajustarse el cumplimiento de las
obligaciones recíprocas, siendo, por tanto, los deberes de actuación o de
ejecución del contrato conforme a la buena fe y a la mutua fidelidad o
confianza entre empresario y trabajador una exigencia de comportamiento ético
jurídicamente protegido y exigible en el ámbito contractual;
B) La transgresión de
la buena fe contractual constituye un incumplimiento que admite distintas
graduaciones en orden singularmente a su objetiva gravedad, pero que, cuando
sea grave y culpable y se efectúe por el trabajador, es causa que justifica el
despido, lo que acontece cuando se quiebra la fidelidad y lealtad que el
trabajador ha de tener para con la empresa o se vulnera el deber de probidad
que impone la relación de servicios para no defraudar la confianza en el
trabajador depositada, justificando el que la empresa no pueda seguir confiando
en el trabajador que realiza la conducta abusiva o contraria a la buena fe;
C) La inexistencia de
perjuicios para la empresa o la escasa importancia de los derivados de la
conducta reprochable del trabajador, por una parte, o, por otra parte, la no
acreditación de la existencia de un lucro personal para el trabajador, no tiene
trascendencia para justificar por sí solos o aisladamente la actuación no ética
de quien comete la infracción, pues basta para tal calificación el
quebrantamiento de los deberes de buena fe, fidelidad y lealtad implícitos en
toda relación laboral, aunque, junto con el resto de las circunstancias
concurrentes, pueda tenerse en cuenta como uno de los factores a considerar en
la ponderación de la gravedad de la falta, con mayor o menor trascendencia
valorativa dependiendo de la gravedad objetiva de los hechos acreditados;
D) Igualmente carece de
trascendencia y con el mismo alcance valorativo, la inexistencia de una
voluntad específica del trabajador de comportarse deslealmente, no exigiéndose
que éste haya querido o no, consciente y voluntariamente, conculcar los deberes
de lealtad, siendo suficiente para la estimación de la falta el incumplimiento
grave y culpable, aunque sea por negligencia, de los deberes inherentes al
cargo.
E) Los referidos
deberes de buena fe, fidelidad y lealtad, han de ser más rigurosamente
observados por quienes desempeñan puestos de confianza y jefatura en la
empresa, basados en la mayor confianza y responsabilidad en el desempeño de las
facultades conferidas;
F) Con carácter
general, al igual que debe efectuarse en la valoración de la concurrencia de la
"gravedad" con relación a las demás faltas que pueden constituir
causas de un despido disciplinario, al ser dicha sanción la más grave en el
Derecho laboral, debe efectuarse una interpretación restrictiva, pudiendo
acordarse judicialmente que el empresario resulte facultado para imponer otras
sanciones distintas de la de despido, si del examen de las circunstancias
concurrentes resulta que los hechos imputados, si bien son merecedores de
sanción, no lo son de la más grave, como es el despido, por no presentar los hechos
acreditados, en relación con las circunstancias concurrentes, una gravedad tan
intensa ni revestir una importancia tan acusada como para poder justificar el
despido efectuado.
3º) No basta con la mera existencia de la transgresión o del abuso para declarar la procedencia del despido.
1.- La Sala entiende,
por lo expuesto, que también cuando se trata de supuestos de " La
transgresión de la buena fe contractual, así como el abuso de confianza en el
desempeño del trabajo" articulados como motivo de despido disciplinario no
basta con la mera existencia de la transgresión o del abuso para declarar la
procedencia del despido, son que, como en los demás supuestos de
incumplimientos contractuales, es igualmente necesario que pueda calificarse
como un "incumplimiento grave y culpable del trabajador", por lo
que, como regla, pueden ponderarse las circunstancias concurrentes para agravar
o para atenuar la conducta del trabajador, las que tendrán mayor o menor
incidencia en la referida calificación atendida la gravedad objetiva de la
conducta constitutiva del incumplimiento.
2.- Por consiguiente,
como destaca, entre otras muchas, la STS/IV 27-enero-2004 (rcud 2233/2003 ), es
doctrina de esta Sala la de que " el enjuiciamiento del despido debe
abordarse de forma gradualista buscando la necesaria proporción ante la
infracción y la sanción y aplicando un criterio individualizador que valore las
peculiaridades de cada caso concreto (Sentencias del TS de 19 (RJ 1990, 1111) y
28 febrero 6 abril ( RJ 1990, 3121 ) y 18 de mayo de 1990 ( RJ 1990 , 4356) ,
16 mayo 1991 (RJ 1991, 4171 ) y 2 de abril y STS de 30 de mayo de 1.992 ( RJ
1992, 3626) , entre otras) ".
3.- La consecuencia de
la aplicación de la tesis gradualista cuando concurren circunstancias a valorar
en cada caso concreto incide en materia propia de la valoración de la prueba,
lo que excede del ámbito del recurso de casación unificadora, y, además dificulta
o impide de hecho la existencia del presupuesto de contradicción, como ha
puesto de relieve, entre otras, la STS/IV 15-enero-2009 (RJ 2009, 2568) (rcud
2302/2007) y las que en ella se citan.
4.- En concreto,
declara la referida sentencia que "Como ya tuvo ocasión de recordar la
sentencia de esta Sala de 26 de abril de 2007 (RJ 2007, 4635) (rec. 801/2006),
con cita de la de 8 de junio de 2006 (RJ 2006, 8332) (rec. 5165/2004), esa
exigencia legal de igualdad sustancial en los hechos restringe acusadamente la
viabilidad del recurso de unificación de doctrina en aquellos tipos de
controversias como los despidos [ SSTS 18/05/92 (RJ 1992, 3563) -rec. 1492/91
-; 15/01/97 (RJ 1997, 497) -rec. 3827/95 -; 29/01/97 (RJ 1997, 641) -rec.
3461/95 -], en que la decisión judicial se sustenta sobre una valoración
individualizada de circunstancias de hecho, dada la dificultad que supone
encontrar términos homogéneos de comparación ... Más concretamente, en relación
con los despidos disciplinarios, la Sala ha declarado que la calificación de
conductas a los efectos de su inclusión en el art. 54 ET no es materia propia
de la unificación de doctrina, ante la dificultad de que se produzcan
situaciones sustancialmente iguales, ya que en estos casos la decisión judicial
se funda en una valoración individualizada de circunstancias variables, que
normalmente no permite la generalización de las decisiones fuera de su ámbito
específico, pues "para llegar a la conclusión de que un incumplimiento
contractual es grave y culpable se deben, como regla, valorar todas las
circunstancias concurrentes no sólo en lo afectante al hecho cometido, sino
también en lo relativo a la conducta y persona del trabajador y al entorno
empresarial en que acontece" (así, STS de 13/11/00 (RJ 2000, 9688) rec.
4391/99)". Añade que "...la Sala ha destacado la inexistencia de
interés casacional en unificación de doctrina respecto de la calificación de
conductas en materia de despido disciplinario, pues ello -reproducimos
literalmente la STS 24/05/05 (RJ 2005, 6327) -rec. 1728/04 - "no es
materia propia de la unificación de doctrina, ante la dificultad de que se
produzcan situaciones sustancialmente iguales, ya que en estos casos la
decisión judicial se funda en una valoración individualizada de circunstancias
variables, que normalmente no permite la generalización de las decisiones fuera
de su ámbito específico (Sentencias del TS de 30 de enero (RJ 1992, 136) [-rec.
1232/90 -] y 18 de mayo de 1992 (RJ 1992, 3570) [-rec. 2271/91-], 15 (RJ 1997,
33) [-rec. 952/96 -] y 29 de enero de 1997 (RJ 1997, 641) [-rec. 3461/95 -], 6
de abril [ -rec. 1270/99 -], 2 de junio [-rec. 311/99 -] y 13 de noviembre de
2000 (RJ 2000, 9688) [-rec. 4391/99 -]. Este criterio [...], se reitera en
resoluciones más recientes, entre las que pueden citarse las sentencias de 26
de abril de 2001 (RJ 2001, 4609) (rec. 1302/2000), 12 de febrero de 2002 (RJ
2002, 3781) (rec. 359/2001), 25 de marzo de 2002 (RJ 2002, 3935) (rec. 1292/2001),
6 de marzo de 2002 (rec. 717/2000) y 26 de febrero de 2002 (RJ 2002, 4642)
[-rec. 4327/00 -] y se ha aplicado incluso en casos límite, en los que, aunque
en una primera consideración pudieran parecer iguales, un examen más detenido
muestra que se producen también elementos circunstanciales de diferenciación.
Así se advierte en los supuestos decididos en las sentencias del TS de 2 de
junio de 2000 RJ 2000, 5898) (rec. 311/1999), sobre el vigilante dormido, en la
sentencia de 13 de noviembre de 2000 (RJ 2000, 9688) (rec. 4391/1999) y en el
auto de 10 de noviembre de 2000(rec. 5072/1998), sobre el alcance disciplinario
de sustracciones de escaso valor. En realidad, lo que ponen de relieve estas
resoluciones no es sólo la dificultad de construir en materia disciplinaria la
identidad fáctica que exige el artículo 217 de la Ley de Procedimiento Laboral
(RCL 1995, 1144, 1563) para que se produzca la oposición de pronunciamientos,
que abre la vía para la unificación de doctrina. Tales resoluciones evidencian
también algo que afecta, de manera más profunda, a la propia función de este
recurso como instrumento de unificación jurisprudencial. Ese instrumento no
puede operar a partir de lo que la doctrina denomina juicios empíricos de
valoración de la conducta humana, porque en estos juicios los elementos
circunstanciales de ponderación adquieren la máxima significación en el orden
decisorio y, por ello, se resisten a una tarea de unificación doctrinal, que
sería, por definición, una labor destinada al fracaso, al intentar convertir en
general y uniforme lo que, por su propia naturaleza, es particular y variable,
pues en tales decisiones opera siempre un elemento de discrecionalidad que no
es susceptible de unificación. Por ello, el auto de 5 de noviembre de 1998
(rec. 4546/1997) ya precisó que la calificación de las conductas en materia
disciplinaria "no es materia propia de la unificación de doctrina"
porque la decisión parte "necesariamente de una valoración individualizada
que no permite establecer criterios generales de interpretación".
Desde esta perspectiva puede afirmarse que este tipo de litigios carece de
interés casacional y su acceso al recurso no sólo resulta inadecuado en orden a
la función unificadora, sino que comprometería gravemente el funcionamiento del
recurso con repercusiones muy negativas en la garantía del principio de
celeridad, que es esencial en la configuración institucional del proceso
social. En estos principios se ha fundado y se funda la doctrina de la Sala,
con resultados que han acreditado su eficacia a lo largo del tiempo".
www.gonzaleztorresabogados.com
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